¿DIETA O HÁBITOS ALIMENTICIOS?
Mi primera dieta la seguí a los 15 años. Convencí a mi madre de que necesitaba adelgazar, y me llevó a un profesional, que hacía acupuntura. No sé si era médico. Me pautó una dieta de mil calorías, y dos o tres veces a la semana iba a hacer ejercicio allí mismo.
En tres meses, perdí 12 kilos. Pasé de 65 a 54, mi “peso ideal”. Perfecto. Era mi sueño. Por el camino atravesé mucha hambre. Había días de ayuno donde sólo tomaba batidos. Cenaba en casa antes de salir con mis amigos (era verano). Pero al dejar esa dieta, en poco tiempo volví a coger los kilos y llegué a los 70.
En 35 años más, innumerables veces más comencé y dejé muchas dietas, algunas veces acompañada (en mi época no había nutricionistas titulados en España, así que acudí a endocrino o a una herboristería), y la mayoría de las veces por mi cuenta.
En 2019 acudí a un centro especializado en adelgazar, donde había nutricionista, entrenador y psicólogo, y por primera vez me hablaron de cambiar de hábitos, aunque en la práctica seguía siendo lo mismo, unos menús pautados semanales y consultarles si podía comer esto o aquello.
En 2022 acudí a un nutricionista especializado en obesidad, y por primera vez sentí que alguien me entendía y que yo era la pieza más importante en el cambio de hábitos.
En base a todos estos años de experiencia, os cuento que para mí una dieta es un molde rígido, un plan donde se estipula lo que debes comer, y que se adopta y se sigue por un tiempo, ya que lo más caracteriza a las dietas es que NO SON SOSTENIBLES EN EL TIEMPO. ¿Por qué? Porque cuanto más restringes en cantidad, y sobre todo, cuando te prohíbes determinados alimentos, tu mente, tu cuerpo, te los va a demandar exageradamente. Así que más tarde o más temprano te saltarás la dieta, una y otra vez, hasta que la dejes y recuperarás el peso perdido y más. Ya sabéis, el llamado efecto yo-yó.
Sin embargo, cuando uno se compromete a un cambio de hábitos, no sólo alimenticios, sino también de ejercicio, de sueño y de paz mental, se compromete con uno mismo y te vuelves protagonista y responsable de tu historia. Puedes elegir hacerlo solo o acompañado, entiendo que también depende de tus posibilidades económicas. Hoy en día hay mucha información en Internet (quizás demasiada), y creo que lo que falta no es educación nutricional.
Hace falta motivación, paciencia (mucha) y responsabilidad. Un cambio de hábitos no se hace de la noche a la mañana. Yo comencé el año pasado con la alimentación y algo de movimiento, y ahora añadí un entrenador. De este tema mejor os hago otro post.
Mi mensaje es que sobre el tema de hábitos alimenticios, solos o en compañía de un profesional, trabajéis sobre lo siguiente:
- horarios de comida, número de comidas al día
- sensaciones de hambre y saciedad, satisfacción al comer
- tipo de alimentación, según nutrientes (hidratos de carbono, proteínas, vitaminas, grasas)
- confección de menús
- hábitos de compra de alimentos y de cocinado
- qué comer cuando se come en la calle o se pide comida a domicilio
Se trata de, con un objetivo común de alimentarse de manera variada, equilibrada y gustosa, diseñarse unos menús a medida, y concienciarse de que la responsabilidad es de uno. Por mucho que vayas al mejor profesional del mundo, el que debe responsabilizarse de lo que come es uno mismo. Y también concienciarse de que ese cambio sea PARA SIEMPRE.
Yo aún estoy en ese proceso, ¿y tú? Cuéntame.
